martes, 19 de enero de 2010

EL AMOR (Madhava)

EL AMOR
(MADHAVA)
Mungia, 9 de Junio del 2009

Muy bien, buenas tardes, vamos a hablar un poco sobre el amor. Esto del amor es un poco complicado, todo el mundo habla sobre el amor, ¿no? Y nadie sabe lo que es el amor.
Una vez, estuve en un congreso que hablaba sobre el amor, todo el mundo hablaba sobre el amor y decía: “el amor lo cura todo”, “con el amor terminan todas las guerras” y siempre acertaban,… entonces se me ocurrió preguntar: “¿Qué es el amor?” Bueno, se armó una… pues nada, todo el mundo habla del amor y nadie sabe nada, por lo tanto, ¿cómo vas a amar si no sabes lo que es? Confundimos el amor con el querer, confundimos el amor con el sexo, confundimos el amor con muchas cosas que no tienen nada que ver con el amor. Todo eso no tiene nada que ver con el amor, tiene que ver con el deseo, tiene que ver con el instinto, tiene que ver con las emociones, pero al final eso, no es el amor. Así que, ¿cómo vamos a amar?
Cuándo decimos que vamos a amar, terminamos peleándonos siempre, ¿Por qué? Porque lo que estamos haciendo no es amar, ¿qué estamos haciendo? Estamos poseyendo. Poseo el amor con una emoción, la emoción crea un deseo, el deseo genera un apego, el apego genera… ¿Qué? Una posesión. Tú eres mía, tú eres mío, como eres mía tú debes hacer lo que yo quiero, como eres mío tú también, adonde vas con esa ropa, no comas eso, no muevas eso, no fumes… ¡pero nos amamos! O sea me das una torta porque nos amamos. ¿El amor que es? Aquello que nos lleva a torearnos, a reñir…no podemos confundir el amor con algo que nos lleva a enfrentarnos, a reñir, a discutir, a pelearnos, eso no tiene nada que ver con el amor. Pero todo esto es importante que vayamos poco a poco dándonos cuenta.
El hombre es un ser complejo y está en evolución. Cuando nosotros aparecemos aquí, no aparecemos como estamos ahora, aparecemos como seres primitivos que nos diferenciamos muy poco con los animales, entonces tenemos que ir creciendo, evolucionando y eso nos lleva mucho tiempo, hasta culminar la etapa humana, es decir, la evolución humana para terminar con la evolución humana. Por lo tanto, tenemos que ir creciendo y crecemos a medida que aprendemos.
El hombre tiene tres partes, que es: el Yo inferior o el hombre bestia, el Yo superior o el ser humano y por último el Yo espiritual. En el trabajo del Yoga, lo que hacemos es trabajar con esto, para ir despertando los aspectos que están dormidos, ¿Cuáles pensáis que son los aspectos que están dormidos? Pues el Superior y el Espiritual, y ¿con cuál funcionamos todos? Con el bestia.
El Yo inferior está compuesto por tres cuerpos: el cuerpo físico que es el instrumento de la acción, el cuerpo emocional que es el cuerpo de las emociones, de los deseos y las pasiones, y el cuerpo mental que es el del conocimiento.
Pero claro, esos tres cuerpos tienen cada uno razones para vivir, para funcionar, sus metas particulares, y dependiendo de cuáles de los tres cuerpos nos dominen, nuestras tendencias son unas u otras. Esos cuerpos van dominando no constantemente, sino se van alternando dependiendo del momento del día, el momento del año.
El cuerpo físico tiene unas necesidades que son las que pone la Biblia, cuando dice el Génesis que apareció Adán y Eva y les dijo: “creced y multiplicaros”, ese es el objetivo del cuerpo físico. Creced y multiplicaros, ¿qué significa eso? Para crecer tenemos que comer, tenemos que dormir, tenemos que preservar la vida de la muerte y luego nos tenemos que procrear, ese es el objetivo del cuerpo físico. Por tanto, cuando tenemos hambre, el cuerpo mental no piensa, sólo piensa en comer, vamos, las emociones tampoco cuentan, sólo cuenta el comer, “no habléis de Dios con el estomago vacío”, porque el estomago vacío no entiende nada más que de comer, porque ¿Quién domina? El cuerpo físico. Cómo cuando estás cansado que se te caen los ojos de sueño, y no estás para filosofías, ni para muchas milongas ¿Para qué estás? Para dormir, y si alguien no te deja dormir, encima te enfadas. Porque ¿quién te está dominando en este momento? Nuestro cuerpo físico. Y cuando nos entra el hambre sexual, pues tres cuartos de lo mismo y la sexualidad no es ni más ni menos que un instinto puramente físico, cuyo objetivo es que se cumpla esto: multiplicarse. El sexo es ciego, es un instinto y no tiene nada que ver con la sexualidad ni con el amor. Fijaos bien lo que estoy diciendo, una cosa es sexo, otra cosa es la sexualidad, porque no tiene nada que ver, porque la sexualidad es una emoción y el sexo es algo físico, lo que pasa que van unidas.
Cuando nuestro cuerpo físico domina, estas son las tendencias que dominan: comer, dormir y procrear. Para el cuerpo físico, el paraíso es un lugar donde se come, se duerme y se procrea, y no necesita nada mas, esa es la meta del cuerpo físico. Si sólo tuviésemos eso, todo igual sería más simple y más sencillo, pero los otros cuerpos también intervienen, y se empieza a complicar la cosa. Cuándo el cuerpo emocional es el que predomina ¿Qué es lo que predomina? Las emociones.
Las emociones básicas son tres, que son distintas del cuerpo físico: el miedo, la ambición y la sexualidad. Y esas tres emociones básicas tienen que ver con ¿qué? Con el instinto de preservación de la vida, un instinto en nosotros que nos aleja del peligro y evita que nos muramos antes de tiempo. El instinto de conservación de la vida para conservar la vida ¿Qué tenemos que hacer? Tenemos que comer, tenemos que protegernos del frío, del calor, de los enemigos, de todo aquello que nos amenaza, ¿y eso como lo hacemos?
Encerrándonos en cuevas, ahora las cuevas tienen tres habitaciones, dos baños, salón cocina y todas esas cosas. ¿Qué hay que hacer para tener una cueva de esas? Pues nos tenemos que hipotecar y trabajar toda la vida, para pagar la hipoteca.
En estas tres emociones básicas con el instinto de conservación está la ambición, ¿Qué es lo que ambicionamos? Ambicionamos todo aquello que nos va a permitir conservar la vida. Cuándo todo eso se consigue con dinero, ambicionamos dinero o algo que te va a dar dinero ¿Por qué? Porque con el dinero vas a asegurar la comida, vas a asegurar la casa, vas a asegurar lo que necesitas para vivir.
Una de las características del hombre es la inseguridad, nosotros somos seres inseguros ¿Por qué? Porque primero cuando nacemos, al mismo tiempo de nacer, si nos dan el certificado de nacimiento, se le da la vuelta al certificado de nacimiento ¿Qué pone ahí detrás? Está en blanco, está en blanco pero ahí pone tu sentencia de muerte. Todo lo que nace tiene que morir, ahora está sin fecha, no sabemos cuándo, pero que sí que es así, y eso crea ya una inseguridad tremenda, y es que además, mientras dure nuestra vida, la encarnación, esta vida que llamamos entra la vida y la muerte, ese tiempo, tenemos que comer todos los días y para comer tenemos que tener comida, para tener comida el siguiente paso que se da hay que tener dinero, dice “hoy como y ¿mañana?” para comer todos los días tengo que tener comida todos los días desde hoy hasta el último día y ¿vamos a tener comida todos los días? O ¿los medios para comprar la comida todos los días para nosotros, para los que dependen de nosotros? Crea inseguridad y estamos con esa inseguridad permanente en nosotros, y eso genera angustia, y la angustia genera sufrimiento. ¿Veis? ¿Cuál es el objetivo de la ambición? Conseguir lo que necesitamos para conservar la vida pero no sólo hoy, sino mañana, pasado, para el resto de nuestra vida. De esa inseguridad se sirven los seguros, tenemos que hacernos seguros de jubilación, etc. ¿Por qué? Porque necesitamos comer todos los días. La ambición.
El tercer instinto es la procreación, donde surge la sexualidad. Pero ¿cuál es la característica de la sexualidad? La característica de la sexualidad es la ternura, el cariño, ese compartir el afecto, el querer, eso es la sexualidad porque eso sí que es una emoción pero el sexo no es una emoción, es algo físico. La sexualidad es emocional, por tanto, es algo que se siente más adentro. Las relaciones de sexualidad es una relación más afectiva, cariñosa, tierna y podría acompañar perfectamente con el sexo pero que no tiene una cosa que ver con otra. Es decir, lo que es emocional es el cariño y el afecto que no es el amor dentro de los humanos, y de ahí, de los juegos de las emociones surgen las otras formas, surge la envidia, surge los celos, la ira, surge la tristeza, etc. Cuando se conoce una emoción, se genera un deseo, cuando se genera un deseo, se genera un apego, y del apego surge sufrimiento. Por lo tanto, el juego de las emociones siempre termina produciéndonos sufrimiento.
El sufrimiento es una emoción y reside en el cuerpo emocional. Cuándo surge el deseo ¿Qué es lo que ocurre? Porque aparece el objeto del deseo y el deseo es el motor que mueve el cuerpo físico, hemos dicho que es el instrumento que nos sirve para actuar para conseguir el objeto del deseo, entonces ¿qué ocurre? Que allá donde se encuentre el objeto del deseo, allí irá el cuerpo físico y hará lo que sea para conseguir ese objeto. Por lo tanto, cuando nos domina este cuerpo, nos dominan los deseos, nos domina el apego, nos domina la codicia, y todas esas cosas que aparecen como consecuencia del juego de la emociones y sobre todo aparece algo que nos acompaña el resto de nuestra vida que es la inseguridad y el sufrimiento.
Y luego está el cuerpo de la mente, que nos sirve para pensar, es el instrumento del conocimiento a este nivel, pero sólo conocemos en la medida en que despertamos en nosotros la razón, bueno la razón ya está ahí, porque el razonamiento se da incluso de forma inconsciente, pero cuando nos hacemos conscientes de la razón, comienza una nueva etapa en la evolución humana ¿Por qué? Porque cuando nos hacemos conscientes de la razón, podemos comenzar a funcionar con la razón dándonos cuenta de ese funcionamiento y podemos distinguir ya lo que es bueno de lo que es malo, lo que está bien de lo que está mal, lo que es adecuado y lo que no es adecuado.
Hasta ese momento en que despertamos la conciencia en la razón, nos hacemos conscientes de la razón y podemos actuar conscientemente con ella.
Caminamos a ciegas por la vida, por eso somos un peligro público para nosotros y para los demás, porque vamos a ciegas. ¿Qué es lo que nos guía en nuestra vida? ¿Quién manda en nuestra vida hasta ese momento en que nos damos cuenta de las cosas? ¿Quién manda? El instinto y el deseo, eso es lo que nos mueve en la vida, estas son las fuerzas que están ahí, puestas precisamente para eso, en la etapa inconsciente, cuando no sabemos ni quien somos, ni a donde vamos, si tenemos que ir a algún sitio, si venimos de alguna parte, si nos tenemos que mover y ¿porque nos tenemos que mover? Porque en el movimiento se producen experiencias, y en la experiencia aprendemos, y al aprender crecemos, evolucionamos, vamos avanzando por este camino. Pero claro ¿Qué nos hace tener experiencias? Los deseos y los instintos pero como esos son ciegos, el deseo no sabe si lo que desea está bien o está mal, el simplemente desea. El deseo dice: “voy a desear el objeto del deseo que está en la casa del vecino”. Para él no hay diferencia, el objeto está ahí y yo lo que deseo es el objeto y el objeto es lo que desea por lo tanto, si es el deseo el que puede conmigo, voy a casa del vecino a por el objeto del deseo y la convivencia sería imposible.
Entonces ¿Qué tenemos que hacer para poder convivir? Tenemos que construirnos una serie de normas, de mandamientos, de leyes, que nos digan lo que está bien y lo que no está bien, lo que es adecuado y lo que no es adecuado ¿cómo podemos conseguir el objeto del deseo sin meternos con el vecino y cómo el vecino puede conseguir el objeto del deseo sin meterse con nosotros? Esa estructura de normas, mandamientos y leyes ¿Cómo se llama? Civilización ¿qué es la civilización?
Todo ese conjunto que nos ordena la vida, que nos dice lo que está bien de lo que está mal y ¿Por qué nos tienen que decir lo que está bien y lo que está mal una serie de normas y leyes? Porque nosotros, por nosotros mismos, no sabemos, porque todavía no tenemos capacidades para discriminar y distinguir, porque eso que tiene esa capacidad todavía está dormido, no manejamos bien ese mecanismo, y por tanto tiene que venir alguien a ordenarnos la vida, a decirnos por donde tenemos que ir y por donde no tenemos que ir. Eso es ser civilizado, siempre es mejor que no tener normas, eso sería un caos, pero ¿Qué significa ser civilizado? Pues ser un ignorante, que necesita que algo le indique por donde tiene que ir.
Esa es la situación, aquí tiene que producirse un despertar, y es el despertar de ese aspecto de la mente se llama la razón. Ya digo que funciona, pero se tiene que despertar la conciencia que nos hace conscientes de la razón, para que podamos utilizarlo conscientemente, y la razón funcionando conscientemente es la
primera vez que ilumina las tinieblas, hasta ese momento caminamos a ciegas, en tinieblas por la vida, movidos solamente ¿Por qué? Por el deseo, que no sabe, sólo entiende lo que le apetece, lo que le gusta, lo que le interesa y lo demás no tiene ni idea si está bien o si está mal.
Tenemos dentro de la mente la razón que está apasionada ¿Qué significa que está apasionada? Que está dirigida por las pasiones. Nuestra mente razonadora lo único que hace es justificar siempre el deseo, buscar los lazos, los argumentos que vayan a justificar aquello que deseamos, hace trampa porque la mente está manejada por las pasiones, por el deseo. Por eso en el trabajo del Yoga cuando vamos creciendo, el primer trabajo que tenemos que hacer es desapasionar la mente, liberarla de la esclavitud de las pasiones, y sólo de esta manera, se encenderá esa luz que va a iluminar el camino de nuestra vida. Porque hasta ese momento caminamos a ciegas, somos ciegos. Cuando la razón se despierta o la podemos manejar conscientemente, entonces, por nosotros mismos podemos llegar a la conclusión de lo que está bien y lo que está mal, pero hasta ese
momento no, porque la mente hace trampa. Si te interesa este vaso y este vaso
está donde no lo puedes conseguir, tu mente va a trabajar para darte todos los
argumentos, te va a decir que conseguir ese objeto está bien, que es lo que tienes
que hacer, que has nacido para esto y ahora ¿cómo tengo que conseguir esto?
Entonces la mente comienza a formarse una estrategia para conseguir el objeto, porque la mente apasionada es una mente parcial, sólo ve lo que la pasión deja ver, no es una mente amplia.
La mente va buscando cómo justificar para conseguir esto porque la pasión sólo hace que veas con tu mente. Lo contrario, una mente desapasionada es una mente que se abre, una mente amplia, ecuánime, que observa todos los aspectos de un objeto o de una situación y así, a la hora de tomar una decisión, es una mente justa. Una mente estrecha, apasionada es una mente siempre injusta ¿Cómo podemos encarar una mente apasionada? Ese es el trabajo del Yoga, tenemos que ir poco a poco trabajando con nosotros mismos para ir haciendo que esto se despierte.
Y cuando la mente esta desapasionada, entonces es cuando podemos contemplar todo con ecuanimidad, es decir, ampliamente, observando todo, todo lo que nos conviene y lo que no nos conviene, lo que nos guste y lo que no nos guste, porque sólo de esa manera podemos ser justos. Con una mente apasionada nunca seremos justos, siempre seremos parciales y ¿Quién sale beneficiario de esa parcialidad? Hombre, si
no son los otros, uno mismo.
Muy bien, todavía no hemos hablado del Amor, hemos hablado del yo inferior que es con lo que nos movemos, lo físico, emocional y mental y todo esto se mueve con un mecanismo que es el conocimiento de observación. Yo conozco el vaso con la mente, mi emoción lo desea y mi acción va y lo coge, conocimiento, deseo y acción. En esto se basa la propaganda, la publicidad y todo, te dan el conocimiento de un objeto, es
decir, te dan el deseo, y ahora tú ¿Qué tienes que hacer? La acción. Están estimulando el conocimiento, el deseo y ¿A quién va dirigido el anuncio? ¿Quién tiene que poner la acción? Y funcionamos así. El mecanismo de la personalidad o yo inferior funciona de esta manera, movido por el deseo, y esto es lo que se llama egoísmo.
El egoísmo es actuar para conseguir el objeto del deseo. Yo hago algo para conseguir ese objeto. Lo importante no es lo que hago si no el objeto que voy a conseguir, voy a trabajar para ganar dinero, el trabajo no es importante, es el dinero que me dan por el trabajo. Eso es una acción egoísta y desde la personalidad, desde el yo inferior, no podemos dejar de ser egoístas, porque este es el mecanismo. Sin embargo, muchas veces, cuando lees un libro de Yoga, dicen los maestros: “Oh Lanú, mata el deseo o estás perdido”, Lanú es el discípulo, “mata el deseo o estás perdido” ¿Cómo vas a matar el deseo? Si matamos el deseo ¿con qué nos movemos, si el deseo es el motor de la acción? ¿Con qué nos vamos a mover? No se puede venir a aquí a aprender, a evolucionar aprendiendo y para aprender tenemos que movernos ¿Qué es lo que nos mueve?
Los deseos, si no hay deseos no hay movimiento, no hay actividad, el deseo es lo que nos mueve. El deseo es una fuerza de la naturaleza que está puesta ahí para que nos movamos, para que actuemos, para que hagamos cosas, sino no haríamos cosas si no las deseáramos. El deseo genera apego y ese apego hace que trabajemos por aquello a lo que estamos apegados, porque si no tenemos apego a las cosas, a las personas, no hacemos nada por ellos, ni para ellas. Tú tienes un hijo y te apegas al hijo y ese apego al hijo te hace trabajar para darle de comer, para mandarle a estudiar, no haces eso por el hijo del vecino. Eso por tú hijo ¿Por qué?
Porque es tuyo ¿Qué significa que es mío? Es mío, lo poseo, estoy apegado. Ese apego nos hace, nos obliga
a actuar de esta manera, nos obliga a proteger aquello a lo que estamos apegados, es mío pues lo protejo, lo cuido, lo guardo, lo mimo… esto no es mío, lo regalo, si se estropea, como no es mío…
Es un mecanismo de la naturaleza, que está ahí, ¿Para qué? Para que nos apeguemos a las cosas. Y al apegarnos a las cosas o a las personas, tenemos experiencias aprendemos y crecemos y así funcionamos, ¿Cuánto tiempo funcionamos así? Siempre, no podemos dejar de ser egoístas, a no ser que despertemos en nosotros otros aspectos que aún están dormidos y que funcionan de otra manera.
Al deseo no lo podemos matar, al egoísmo no lo podemos matar, pero sí lo podemos sustituir, pero para sustituir el deseo, tenemos que despertar en nosotros, otros aspectos que funcionan de otra manera, ¿lo veis? Y el paso para despertar esto, es despertar la conciencia nivel de la razón.
La razón es un instrumento fantástico y maravilloso que nos va a permitir conectarnos con aspectos superiores. Pero mientras no dominemos la razón, ésta está dormida por la pasión y entonces no nos sirve.
Nos sirve para hacer lo que hacemos, es decir, para movernos detrás del objeto de deseo. ¿Con qué tenemos que destruir el egoísmo? ¿Con qué? ¿Qué otra cosa puede constituir un motor más poderoso que el egoísmo? Para ocuparnos de las cosas y hacer lo que tenemos que hacer, ese es el Amor. El Amor es lo contrario del egoísmo, pero mientras estemos funcionando solo con estos tres cuerpos, con el cuerpo
físico, emocional y mental, el Amor no existe. Estos tres cuerpos son incapaces de amar. Tenemos que despertar los aspectos en sí que su característica es el Amor y ese otro aspecto es lo que llamamos el Yo superior, el ser humano, popularmente conocido como el Alma. Este es un cuerpo que está más allá de la mente, de la mente razonadora, se llama cuerpo causal, porque es la causa que nos hace nacer y cada vez que nacemos traemos con nosotros el conocimiento adquirido antes del nacimiento, todo lo que aprendemos se va poco a poco acumulando en el cuerpo causal o el Alma, no lo que aprendemos intelectualmente, sino lo que vamos experimentando en la vida. Por eso, cuando volvemos a nacer, el Alma construye un nuevo cuerpo de la mente, un nuevo cuerpo emocional y un nuevo cuerpo físico, con la colaboración de unos padres, ese es el nacimiento. Cuando nacemos, nacemos con un cuerpo mental nuevo, un cuerpo emocional nuevo y un cuerpo físico nuevo, ¿pero el conocimiento que ya hemos adquirido se ha perdido? No, el conocimiento que hemos adquirido está grabado en el Alma, y ese conocimiento a medida que va creciendo y anhelando, nos va dando una capacidad.
La característica del Alma, es el conocimiento que ha ido acumulando a lo largo de todas las experiencias de la vida y ese conocimiento nos da la capacidad de comprender, ¿Qué es comprender? Comprender es abarcar, “Yo comprendo aquello que abarco” y ¿Qué es lo que abarcamos? Aquello que experimentamos, lo que aprendemos con nuestra experiencia, eso es lo que abarcamos, es el conocimiento. Pero eso que uno vive, también está en los demás, porque nosotros somos todos iguales en cuanto a estructura, a funcionamiento… lo que cambia son las matizaciones, cada uno tiene matices diferentes, pero nuestro cuerpo físico es igual, todos tienen estómago, riñones, ojos, nariz… Otra cosa es que esas dos piernas funcionen igual, pues si uno es atleta y se dedica a cien metros lisos, funcionan de una manera, si otro se dedica a andar en bicicleta, funcionan de otra manera, si uno simplemente pasea… Si se sienta a tomar café delante de la televisión y ese es su único deporte, pues funciona de otra manera, pero las dos piernas están ahí. Lo mismo que todo lo demás. Ese es un cuerpo físico que actúa, nuestras acciones, el mecanismo, es el mismo, pero nuestras acciones no son las mismas, cada uno hace lo que tiene que hacer. Tenemos un cuerpo emocional que tiene las mismas emociones, todos tenemos las mismas emociones, todos tenemos miedo, todos tenemos ambición, todos tenemos sexualidad, envidia, celos, ira, tristeza, cariño, afecto, ternura, querer… todo eso está en todos, ahora los matices... uno actúa con más fuerza, otro con menos fuerza, en el otro más suave. ¿Cómo actúa la ambición? ¿Cómo actúa la sexualidad? ¿Cómo actúa la envidia? La envidia está en todos, y si yo os digo que tengo envidia ¿Me estáis viendo mi envidia? ¿Me estáis oliendo mi envidia? ¿Estáis tocando mi envidia? Entonces ¿Cómo sabéis lo que es la envidia? ¿Cómo
demonios sabéis lo que es la envidia si no la veis, ni la tocáis, ni la oléis, ni la masticáis? ¿Cómo? La única forma de saber lo que es la envidia es observándola dentro de otros. Cuando conoces tu envidia, conoces la envidia del otro, cuando conoces tu miedo, conoces el miedo en todos, cuando conoces la ira, conoces la ira en todos… en unos puede ser más fuerte, en otros más tranquila, pero la ira es la misma, la ira está ahí.
Todo está en todos, lo que está en mí, está en vosotros, lo que está vosotros está en mí. Primero conozco en mí, también lo conozco en vosotros y al revés, si lo conocéis en vosotros, también lo conocéis en mí. Alguna vez, cuando estoy en una charla, me viene uno y me dice:
“Oye, has hablado de mí”, dices: “Sí, he hablado de ti, de ti… Y de todo, y de mí también”, porque eso que he dicho está en mí y está en todos. Alguno se da por aludido y alguna vez me ha dicho: “No hables más de mí cuando hables”, pues va a ser difícil, porque no estaba hablando de ti, estaba hablando de mí. Cuándo hablo de la envidia, no hablo de la envidia tuya, porque no veo tu envidia, hablo de la envidia que conozco, que es la mía, cuando hablo del miedo, no estoy hablando de tu miedo, porque no conozco tu miedo, pero si conozco el mío, y al hablar de mi miedo, al conocer mi miedo, conozco el tuyo, ¿lo veis? Eso es comprensión. A medida que me comprendo, es decir que me conozco también estoy conociendo y comprendiendo a los demás. Porque lo que está en mi, también está en vosotros y esa comprensión es el Amor.
El Amor es comprensión. No tiene nada que ver con la emoción. Por eso el Amor no es unidireccional, no va dirigido en una dirección si comprendes en una persona comprendes en todas las demás.
Yo comprendo el miedo, no comprendo el miedo solo en una persona, comprendo en todas. Porque el miedo está en todos y la ira, y el querer,… si yo comprendo, conozco cómo funciona mi cuerpo físico y lo comprendo, también comprendo cómo funciona tu cuerpo físico, porque funciona igual. Si conozco y por lo tanto comprendo mis emociones, también conozco tus emociones.
Si conozco como funciona mi mente, cómo funcionan mis pensamientos, cuales son las trampas de mi mente, también conozco tu mente, también conozco tus pensamientos, también conozco las trampas de tu mente, pero no porque vea tus pensamientos estoy viendo los míos, pero mis pensamientos y los tuyos cambiaran el tema, los matices, pero los mecanismos serán los mismos.
En la medida que me conozco, te conozco, en la medida que me comprendo, te comprendo. Si yo he tenido alguna vez un dolor de muelas, esa experiencia del dolor de muelas me permite comprender el dolor de muelas de cualquiera que tenga dolor de muelas. Ahora si no he tenido nunca dolor de muelas y alguien viene y dice: “Me duelen la muelas”, ¿eso qué es? No sé lo que es un dolor de muelas, si no lo he vivido, puedo entender que duela mucho, que lo pases muy mal, pero no sé lo que es, no te puedo comprender.
Solo puedo comprender en la medida que yo he vivido esa experiencia, porque ahora yo conozco que es eso, no sé si me explico… ¿Qué es lo que conocemos? ¿Lo que estudiamos? ¿Los datos que vamos acumulando en nuestra memoria, o lo que vivimos?
Confundimos esto, los datos están en la mente, la experiencia se integra, pasa a formar parte de nosotros. Yo puedo leer 14 tomos o 14000 tomos sobre la natación, aprendo, y cojo todos esos datos que están ahí, y con esos datos puedo escribir libros sobre la natación, puedo dar conferencias sobre la natación… y dices: “Ese cuanto sabe sobre la natación”, y puede ser que no sepa nadar. “No sabe nadar y está hablando de la natación” ¿Por qué? Porque la natación no se aprende estudiando ¿Cómo se aprende?
Nadando, mojándose… se aprende viviéndola ¡como todo en la vida! Nada se aprende estudiando, todo se aprende viviendo, con la experiencia. Estudiando cogemos datos, luego nos pueden servir para dirigir la experiencia e integrarlos. Pero esos datos no se integran hasta que no los ponemos en práctica y vivimos eso.
Cuando ponemos en práctica y lo vivimos entonces pasa a formar parte de nosotros, pero hasta ese momento, solo es un pegote ahí. Decimos: “¡Cuánto sé!”. ¡No sabes nada! Tienes muchos datos, pero no sabes nada, ¿Cuándo sabes? Cuándo integres eso, ¿y cuando integras? Cuando vives el experimento, en ese momento, pasa a formar parte de ti. Yo podré estudiar la natación y no sé nadar ¿Cuándo se nadar?
Cuando aprendo a nadar nadando. Si leo enciclopedias de cómo andar en bicicleta ¿eso me enseña a andar en bicicleta? No, me enseña de qué forma puedo dar la pedaladas… ahora móntate en la bicicleta y anda.
Te montas y te caes, no sabes. Tienes los datos, pero esos datos ¿de qué te sirven? En la vida pasa así, nos llenamos de datos y datos, tenemos conocimientos y luego no tienes ni idea. Muchos datos si, pero no sabes, ¿y por qué no sabes? Porque la vida se aprende viviéndola, a nadar se aprende nadando a andar en bicicleta se aprende andando en bicicleta y no estudiando. Todos esos datos nos pueden ayudar a la hora de la experiencia, pero mientras no tengamos esa experiencia no sabemos nada. Uno puede estudiar filosofía y letras, otro, psicología, y sale de la carrera con un título, que dice: “Psicología”, “Filosofía”, “he estudiado el pensamiento de los más grandes pensadores de la historia de la humanidad”, y luego, ¿Cómo vives? ¿Con esos pensamientos? ¿Con esos planteamientos de los grandes pensadores? o ¿Vives como si no hubieses estudiado nada?… Casi siempre. De que te sirve haber estudiado tanto, si tienes tantos datos y luego a la hora de relacionarte, te relacionas como un cochero… que no quieres, ¿Por qué? Porque todos esos datos no son nada.
¿Qué es lo que te va ha hacer cambiar? ¿Qué es lo que te va a hacer vivir de una manera determinada? La experiencia, la comprensión. Mientras no se de eso, los datos no sirven de nada, sólo para estimular y dar fuego a nuestra vanidad y a nuestra estupidez, y es de ese conocimiento que surge de la experiencia de la vivencia, lo que vivimos, de donde va a surgir la comprensión, y si no hay ese conocimiento, no hay comprensión, y si no hay comprensión, no hay Amor.
La comprensión ¿qué es lo que nos permite? Nos permite comprender lo que es justo y necesario en cada momento y con la comprensión de lo que es justo y necesario podemos tomar la decisión de hacer lo justo, o lo contrario, es nuestra decisión… De la otra manera, surge el deseo. El deseo es ciego, nos empuja a buscar el objeto del deseo, y llevarlo a la acción, para conseguir lo que deseo. Pero si yo comprendo que lo justo y necesario es lo que estoy haciendo, me olvido del objeto del deseo. ¿Qué es justo y necesario en este momento? ¿Dónde está lo importante en este momento? ¿En el objeto o en la acción misma? Cuando hago una acción egoísta solo busco el objeto del deseo, la acción no es importante, es circunstancial, sólo es para conseguir lo que deseo. Cuando comprendo lo que es justo y necesario, lo importante es lo que estoy haciendo, no las consecuencias, es la diferencia de funcionar desde el egoísmo o desde el Amor.
Pero ¿Qué es lo que nos da el Amor? El poder de hacer las cosas sin necesidad del deseo. Es decir, es un nuevo motor más potente y más poderoso para actuar, para funcionar en la vida y en el mundo. Ahora si podemos sustituir el deseo, ahora ya no necesitamos el egoísmo, ahora podemos funcionar desde otro nivel, desde la comprensión. Para funcionar desde la comprensión tenemos que estar despiertos ahí.
Nuestra conciencia tiene que haberse despertado, tiene que estar consciente, pero para que nuestra conciencia este ahí, despierta. ¿Eso se da solo? o ¿va surgiendo? Tenemos que trabajarlo, tenemos que hacernos dueños de nosotros mismo, ese es el trabajo del Yoga.
El trabajo del Yoga consiste en hacerse dueño de nuestro yo inferior. El yo inferior, hemos dicho que es simple: físico, emocional y mental. Hacerse dueño de lo físico es hacerse dueño de la acción, hacerse dueño de lo emocional es hacerse dueño del deseo, hacerse dueño de la mente es hacerse dueño del conocimiento. Haciéndose dueño de los tres ¿de qué te haces dueño? De nosotros mismos, y esto produce una síntesis, que es la unión o la suma del conocimiento, del deseo y de la acción, que se canalizan a través de tres cuerpos diferentes que constituyen nuestro yo inferior.
La suma de estos tres produce una síntesis. Una síntesis es Yoga. El Yoga es síntesis. No se produce el Yoga mientras no se produce esa síntesis, por eso el Yoga consiste en sintetizar los tres aspectos inferiores.
Mientras no nos hagamos dueños de estos cuerpos, mientras no nos hagamos dueños de la acción, del deseo y del conocimiento, no hay Yoga. Si no hay Yoga, no podemos trascender la mente, no podemos ir más allá de la mente. No podemos conectarnos con el Alma, con el Yo superior. Por lo tanto, no podemos funcionar desde el Amor.
No todo el mundo puede amar, solo aquellos que se han conectado con él, con el mecanismo del Amor, con el cuerpo del Amor. Ortega y Gasset que fue uno de los grandes filósofos españoles tiene un libro, un ensayo sobre el Amor y éste decía: “Sólo pueden amar las personas inteligentes”. Él lo entendía así. No puede amar todo el mundo, querer, lo puede hacer hasta el más tonto, pero amar es otra cosa.
Amar es comprensión y comprender no puede comprender todo el mundo, eso es precisamente el problema, ese es el mal de nuestra convivencia. El gran problema que tenemos es que funcionamos desde las emociones. Las emociones crean conflictos porque las emociones, las mías, las tuyas, a veces están en conflicto, porque nuestros intereses están en conflicto. Si tú deseas ese objeto y yo también ¿Qué hacemos? Nos partimos la cara a ver quién gana. Mientras nos estamos partiendo la cara tú y yo, viene otro y se lo lleva, eso es lo que generalmente suele pasar. Si funcionamos desde la personalidad, si funcionamos desde el egoísmo, siempre estamos en conflicto pero, si por fin despertamos en nosotros ese otro aspecto y poco a poco se va expresando, poco a poco vamos funcionando más desde la comprensión y un poquito menos desde el deseo ¿Qué es lo que va a ocurrir? ¿Cómo se define a veces el Amor de forma poética?
Amor es verse en el otro y verle al otro en ti ¿Qué significa eso? Verte en el otro, significa que eso que conozco en mi está en ti y eso que está en ti, está en mi ¿lo veis? Yo no veo al otro, sino que me veo yo en el otro.
Nosotros desde el egoísmo juzgamos y condenamos, decimos, “mira, ese es un envidioso” y claro, cuando hacemos eso, parece que nosotros no somos envidiosos y además si acusamos al otro de envidioso parece que nosotros estamos más salvados de eso. Pero si nos damos cuenta, comprendemos que eso que vemos en el otro, lo estamos viendo porque conocemos en nosotros. Porque no entendemos lo que está en el otro, entiendo lo que está en mí, y en la comprensión, te das cuenta de esto ¿Cómo vas a juzgar y condenar? ¿Cómo puedo conocer la envidia del otro si no lo conozco en mí?
¿Cómo puedo distinguir esa envidia si no ha existido en mí? Eso es lo que ocurre, parece que sólo está en el otro ¿verdad? Que en nosotros no está. Si vemos algo en el
otro, es porque está en nosotros, porque si no, no lo conoceríamos, y si conocemos algo que no se ve, algo que no se toca ¿Cómo lo podemos conocer? Sólo lo puedes conocer desde ti, es decir, si tú ves algo en el otro, es porque lo estás viendo en ti y lo estás reflejando en el otro ¿Cómo podemos condenar a alguien que expresa lo que somos nosotros? Como cambia el cuerpo desde este punto, parece mejor seguir siendo egoísta, el otro es mentiroso, envidioso, traidor… el otro, yo no, pero si empezamos a meternos en los zapatos del otro, empezamos a ver que lo que vemos en el otro, está en nosotros, y ya no es tan sencillo esto de echarle la culpa al otro. Ya es más peliagudo ¿verdad? ¿Cómo vamos a condenar algo porque lo que está expresando es porque lo estamos viendo en nosotros? Más de uno pensará, “va, eso no me lo creo”. No hay que creerse nada, hace bien, no hay que creerse nada, las cosas son y seguirán siendo, te las creas o no te las creas, y cuando llegue el momento, lo veremos claro.
Esto es Amor, Amor es comprender, no tiene nada que ver con la emoción, no tiene nada que ver con el sexo, podemos comprender la emoción, podemos comprender el sexo, podemos comprender el querer, podemos comprenderlo todo desde la comprensión pero no tiene nada que ver, eso es otra cosa. Cuando comprendes a alguien, se está dando en ti, eso de que te estás viendo en el otro y el otro en ti. Si alguien te dice, “me duelen las muelas”, yo no sé lo que le duele, porque no percibo su dolor, pero yo sé o comprendo que le están doliendo las muelas, porque me acuerdo de cómo me dolieron a mí. Yo no estoy viendo el dolor del otro, estoy viendo mi dolor, aquel que tuve el día que me dolieron las muelas, y le comprendo desde esa experiencia del dolor, es decir, yo no le estoy viendo su dolor, estoy viendo el mío, me estoy viendo en su dolor, estoy viendo su dolor en aquel que tuve, no sé si me explico, eso es la compasión y eso ¿Qué es lo que me hace? ¿Qué consecuencia trae? Pues la aceptación del otro, lo acepto.
Desde la mente se juzga, separa, lo que hacemos es separar y si nos separamos creamos un rechazo. Lo que no entendemos lo rechazamos porque nos asusta también, rechazar lo que no entendemos del otro, rechazamos al otro y si no entendemos y nos asusta mucho, cogeremos al otro y lo meteremos en un campo de concentración, en una cárcel, en un gueto, o si nos apuran, lo eliminamos ¡para que andamos con tonterías! Esto es desde la mente, desde el egoísmo, no existe el Amor. Cuándo le comprendes al otro, lo aceptas, no lo marginas, sólo podemos aceptar aquello que comprendemos, lo que no comprendemos, rechazamos. Cuando aceptamos a alguien, automáticamente ¿Qué se produce? La tolerancia, porque la damos a aquellos que aceptamos, por eso a nuestros hijos les toleramos cosas que no toleraríamos al hijo de la vecina, porque el hijo de la vecina no le toleramos, porque no le aceptamos, porque no es nuestro.
Lo que toleramos es aquello que aceptamos y cuando se produce la comprensión, la aceptación de una tolerancia, la consecuencia de él es la colaboración, la ayuda, el compartir, la compasión. La compasión no es una pena, es la consecuencia del
Amor, es convertir esa comprensión en obras. Sólo comprender no, tiene que haber unas consecuencias que se tienen que expresar. Si yo funciono desde la comprensión, una de las consecuencias de la comprensión implica que estoy actuando desde esa comprensión, estoy convirtiendo en obras esa comprensión, entonces el círculo se cierra: comprensión, aceptación, tolerancia y la Compasión. Compasión que no hay que confundir con pena, que eso es una emoción. Compasión tiene la misma raíz que compartir, es compañía, es decir, participar con aquello que comprendes.
Esto es lo que nos convierte, cuando empezamos a funcionar más desde el Amor y menos desde el egoísmo, en seres humanos. Fijaros bien, porque esto que estoy diciendo, con tanto tiento, con tantas palabras, cualquier persona, sin tener ningún conocimiento, puede distinguir estas cosas. Cuándo hay una persona que hace obras de una determinada manera todo el mundo la distingue nombrándole de esta manera, “¡Qué humano es!” “¡Que humanidad tiene!” ¿Por qué sin saber nada distinguimos a esa persona de las demás llamándole humana? ¿Qué percibimos ahí para que le demos ese título? ¿Qué es lo que hace que nos hace distinguirle a esa persona de los demás? Que pasa, que los demás no somos humanos, sólo a esa persona que funciona de esa manera, le decimos, “¡Qué humana es!” ¿Qué es lo que hace que no hacemos los demás? ¿Qué hace? Algún distintivo tendrá, sus obras o sus acciones tienen algo. Ha renunciado a su bienestar, ha renunciado a su interés, ha renunciado a su comodidad e incluso a su salud y hasta su vida por ayudar a alguien ¿Qué es lo que ha hecho? Ha trascendido la comodidad de lo físico, los intereses de lo emocional y los pensamientos, para hacer lo que comprende que es justo y necesario, por eso es humana porque está funcionando desde el Amor. Eso sí que podemos distinguir sin saber qué es lo que está pasando, no sabemos qué es lo que hay ahí pero si distinguir una acción de otra y a continuación le damos un título, humano y los demás, bichos, egoístas.
Pero lo humano está en todos, sólo hace falta que vayamos ahí y lo despertemos. Fijaros bien, porque en la mitología griega aparecen los dioses, los héroes y el resto de las personas como comparsas y sólo la relación está entre los dioses y los héroes ¿Quién son los héroes? ¿Qué representan los héroes? Los héroes son personajes que hacen hazañas diferentes al resto de las personas y ¿Cuáles son esas hazañas? Están caracterizadas por el Amor.
Un héroe es aquel que es capaz de sacrificar su vida, su bienestar, sus intereses por aquello que es justo y necesario. Ese es un héroe, ese es un ser que funciona desde el Alma, que funciona desde el Amor, eso nos convierte en héroes. En la Edad Media había caballeros ¿Quién eran los caballeros? Aquellos que renunciaban a su bienestar, a su dinero, a todo, por defender al débil, por defender a las damas, en aquellos tiempos, las damas eran débiles, no ahora que no necesitan ninguna defensa, pero en aquellos tiempos, el caballero era el que sacrificaba su bienestar personal, e incluso su fortuna, por defender lo justo, la justicia.
Esa era la característica del Alma, no todo el mundo era caballero, no todo el mundo era héroe o heroína ¿Por qué? Porque no todo el mundo funciona desde el Alma, pero eso no quiere decir que no podamos hacerlo, sí que podemos ¿Por qué? Porque sólo consiste en que despertemos en nosotros ese aspecto, no se trata de, “a partir de ahora voy a funcionar desde el Amor”. No, no puedes, no puedes amar mientras no
se despierte el mecanismo, mientras no activemos el mecanismo, no podemos hacerlo, por mucho que lo intentemos, seguiremos siendo egoístas, porque es nuestra etapa, la etapa de la evolución en la que nos encontramos, que se mueve por el egoísmo. Pero si trabajamos, algo va cambiando en nosotros, algo se va transformando en nosotros, algo se va despertando en nosotros, y ese algo que se despierta en nosotros es el Alma.
En el Yoga se trabaja desde el Alma, comenzamos como todos, desde la personalidad pero poco a poco, en la medida en que se van haciendo las prácticas, algo se va cambiando, algo se va despertando, algo se va expresando, y poco a poco, tenemos que funcionar desde el Alma, como Alma y no como personas o personalidades ¿Qué quiere decir eso? ¿Tenemos que funcionar cada vez más desde el Amor? Sí, desde la comprensión y cada vez un poquito menos desde el egoísmo, desde el deseo. A medida que vayamos funcionando desde el Amor, menos funcionamos desde el egoísmo, porque no lo necesitamos. Si tú tienes un coche, pero un día por lo que sea, tienes un coche mejor ¿Qué va a pasar? Que cada vez andamos más con el coche mejor, y cada vez andarás un poquito menos con el coche peor, aunque hasta ese momento te haya servido, y haya sido el no va más ¿verdad? Es normal.
Lo mismo pasa en nosotros, funcionamos desde el egoísmo porque no tenemos otra cosa. Pero si en nosotros se va despertando otro aspecto y ese aspecto va cogiendo fuerza, poquito a poco comenzamos a funcionar desde el Amor y menos desde el egoísmo. Eso no pasa de la noche a la mañana, va pasando poco a poco. Es decir, supongamos que hacemos cien cosas al día, en la medida que se va despertando nuestra
Alma, comenzamos a hacer de esas cien cosas, de esas cien acciones, una amorosamente y noventa y nueve egoístamente, hasta que un día haremos dos amorosamente, es decir, desde la comprensión y noventa y ocho egoístamente y poquito a poco va creciendo a medida que vamos entrenándonos y adquiriéndonos confianza, funcionando más desde el Amor y menos desde el egoísmo hasta que llega un momento que funcionamos noventa y ocho desde el Amor y dos desde el egoísmo. Esto es bueno, todavía hay algo de egoísmo en nosotros pero ya no es el noventa y ocho de egoísmo y el dos de amor, ni el 100% de egoísmo como era antes.
Poco a poco, se va produciendo un cambio en esa transformación y poquito a poco cada vez tenemos que ser más seres humanos y menos personas, las personas yo inferior y el ser humano yo superior, y sólo de esta manera podemos conectarnos más adelante con el yo espiritual, es decir, con el Ser, con lo que somos realmente.
En la medida en que conocemos más aspectos de nosotros mismos, en la medida en que adquirimos más conocimiento sobre nosotros mismos, también va creciendo la comprensión. Si yo me conozco sólo hasta el cuerpo físico ¿hasta dónde te conozco a ti? Hasta el cuerpo físico. Si conozco el físico y elemocional ¿Hasta dónde te conozco a ti? ¿Hasta dónde te comprendo? Cuantos más aspectos de mi mismo voy conociendo, comprendiendo y abarcando, más aspectos de ti conozco, te comprendo más. Y cuando conozco desde lo más elemental hasta lo más sutil y elevado, es decir, conozco todo lo que hay en mí, también conozco eso en ti y mi comprensión hacia ti. Pero fijaros bien, porque la comprensión del otro es directamente proporcional a la comprensión que tengo de mí, es decir, yo no puedo comprenderte a ti si antes no me he comprendido a mí, es decir, si no me amo a mí mismo. En la medida en que me comprendo, me amo, te comprendo a ti y te amo. Quizás esto tenga que ver con aquello, “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ahí hay dos mandamientos, dos indicaciones, “ama a tu prójimo como a ti mismo” significa que primero te tienes que amar a ti mismo para luego amar de la misma manera a los demás ¿sí o no? Si no, no funciona, es imposible.
Claro, cuando hablamos del Amor, ahora ya sabemos lo que significa, comprensión, comprender lo que está en ti y verlo en los demás. Lo que veo en ti, también está en mí, y lo que no veo en mí, no lo puedo ver en ti, lo que no conozco en mí, no lo puedo conocer en ti, y es más, no sólo en los demás, sino en el mundo, en el universo.
Fijaros, ¿cómo se llamaba el maestro de Platón? Sócrates, pues este cuando era joven quería ser sabio y decía, “yo quiero ser sabio y ¿cómo puedo convertirme en sabio?” y decía, “sólo hay una forma de convertirme en sabio, recibiendo lecciones del hombre más sabio del mundo porque yo no soy nada y alguien me tiene que enseñar. Yo sólo sé que no sé nada, así que alguien me tiene que enseñar”. Entonces en Delfos había un templo dedicado a Apolo y había un oráculo y el oráculo siempre decía la verdad. Entonces va Sócrates adonde el oráculo para que le dijera quien era el hombre más sabio, para ponerse a sus pies, y aprender, porque él estaba seguro de que no sabía nada. Entonces va adonde el oráculo y le dice: “quiero saber quién es el hombre más sabio del mundo, porque no sé nada”, y le dice el oráculo: “el hombre más sabio del mundo eres tú. ¿Por qué? Porque sabes que no sabes nada”.
Fijaros, esto es muy importante, porque lo que está en uno, está en otro. Protágoras decía que “el hombre es la medida de todas las cosas”.
Y el oráculo de Delfos ¿Qué más le dijo a Sócrates? “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”
¿Por qué? Porque lo que está en nosotros, está fuera de nosotros y lo que no está en nosotros no está en ninguna parte y no podemos percibir lo que está fuera de nosotros en la medida en que los conocemos en nosotros.
Pero no conocemos a los demás, sino que conocemos el universo, a los dioses, porque ¿Quién son los dioses? Los dioses no son más que eso que en nosotros llamamos espíritu, el Ser, la Verdad, lo Real, le podemos dar todos los nombres que queramos. Si conocemos lo que está en nosotros, conocemos los dioses porque ¿qué son los dioses? Espíritu, el espíritu que está en todas partes y sólo podemos percibir eso y sólo podemos comprender eso en la medida en que lo conocemos y comprendemos en nosotros, hasta ese punto llega nuestra comprensión.
A veces cuando se habla de Amor Universal ¿Qué es el Amor Universal? Cuándo la comprensión es universal ha crecido hasta los confines del universo y más aún ¿Por qué más aún? Porque el universo es material y por lo tanto tiene medida, pero el espíritu, el Ser, el Yo, eso que somos en realidad, eso es infinito. Eso es el trabajo del Yoga. Cuando estamos trabajando en Yoga, estamos haciendo todo este recorrido desde lo más elemental, trabajando nuestro cuerpo físico, el funcionamiento físico, las acciones
que realizamos con el cuerpo físico, poco a poco vamos dándonos cuenta, haciéndonos conscientes de nuestras emociones, de los deseos, de cómo trabaja en nosotros, cómo nos mueve, cómo nos obliga, cómo nos condiciona, cómo nos hace sufrir, y vamos poco a poco aprendiendo a hacernos dueños de esto y de nuestros pensamientos, la mente, hacer que la mente piense lo que queramos y no lo que ella quiere. Hacer que esos cuerpos funcionen en armonía, de acuerdo, integrados para que conozcamos otros aspectos de nosotros mismos.
Están ahí para que se expresen y ¿cómo se expresan? La mente piensa, el cuerpo emocional desea, el cuerpo físico actúa, el cuerpo del Alma, ama y comprende. Cada cuerpo tiene una misión, un funcionamiento, tiene un porqué y desde ahí, desde esa comprensión podemos ir más allá y más allá ¿Qué encontramos? El infinito, aquello que no tiene ni principio, ni fin, ni nace, ni muere, es siempre, lo que somos en realidad, la verdad de nosotros mismos.
Nuestra comprensión va creciendo en la medida en que nos vamos conociendo, por lo tanto, nuestro Amor va creciendo porque amar es comprender, es abarcar, es ver en los demás y fuera de ti lo que está en ti. Pero no lo podemos ver mientras no lo veamos en nosotros y no podemos ver en nosotros mientras no practiquemos Yoga porque no se hace solo, hay que hacerlo, hay que hacer que esto funcione, se exprese, se despierte, se manifieste ¿lo veis? ¿Adónde llega nuestra práctica de Yoga? Hasta donde alcanza nuestra comprensión, mientras nuestra comprensión sólo esté en lo físico el Yoga será algo físico, solamente gimnasia y respiración ¿quieres algo más? Hasta las emociones ¿un poquito más? Los pensamientos ¿más? Conocimiento y el amor ¿más? La verdad de nosotros mismos ¿hasta dónde llegan nuestras prácticas? Hasta donde nuestra comprensión nos pone, pero en la medida en que practicamos ¿Dónde estamos?
Nuestra comprensión va creciendo, nuestra percepción va creciendo, nuestra conciencia va creciendo, vamos percibiendo más aspectos de nosotros mismos y por lo tanto, vamos
expresando más eso que somos que está en nosotros, es lo que tenemos que
hacer aquí, llegar a la culminación de la evolución humana.
La evolución humana culmina cuando conocemos y realizamos la verdad de nosotros mismos y la expresamos y esto se convierte en obras, comprensión, aceptación, tolerancia y obras, colaboración.
¿Qué es lo que hacemos en la vida? Aquello que comprendemos ¿hasta dónde comprendemos? Hasta donde nos conocemos, y nos conocemos poco, pero eso no quiere decir que no nos podamos acercar un poquito más, un poquito más, un poquito más, hasta conocernos totalmente.
No sale solo, repito, hay que provocar, y provocamos haciendo las prácticas de Yoga.